Yule: Solsticio de invierno el 21/22 de diciembre de 2024. El solsticio de invierno, punto crucial marcando el día más corto con menos luz, indica el comienzo de días más largos hasta llegar al solsticio de verano, donde la oscuridad vuelve a dominar.
El término Yule tiene sus raíces en varias tradiciones, como la palabra anglosajona antigua «geõla», la nórdica «jõl», un festival pagano del solsticio de invierno, y el término anglosajón «Iul», que significa «rueda».
En almanaques antiguos, Yule se simbolizaba con una rueda, representando el ciclo del año como una rueda en movimiento, la Gran Rueda del Zodiaco o la Rueda de la Vida. Los radios de esta rueda correspondían a las festividades tradicionales como los solsticios y equinoccios.
Yule está íntimamente ligado al ciclo anual; representa la época semilla con la noche más larga y el día más corto, donde la Diosa se transforma en la Gran Madre para dar a luz al nuevo Rey Sol. Poéticamente, esta noche anuncia una chispa de esperanza, el Fuego Sagrado, la Luz del Mundo, conocida como Coel Coeth.
A lo largo del mundo antiguo existían festivales de fuego vinculados al renacer del Sol en el solsticio de invierno. Durante la Saturnalia romana, el solsticio era tiempo de intercambio de regalos y decoración con ramas de hoja perenne, mientras que los mitraístas persas celebraban el 25 de diciembre como el nacimiento de su dios del Sol, Mitra. En Suecia, el 13 de diciembre se consagraba a la Diosa Lucina, festejando el regreso de la luz. En Yule, cerca del 21 de diciembre, se encendían hogueras en honor a Odín y Thor.
El festival está asociado con nacimientos de deidades antiguas como Edipo, Teseo, Hércules, Perseo, Jasón, Dioniso, Apolo, Mitra, Horus e incluso Arturo, reflejando un ciclo de vida, muerte y resurrección parecido al de Jesús. No es coincidencia que los cristianos eligieran esta época para celebrar el nacimiento de Cristo, vinculándolo simbólicamente con el Sol.
Yule se considera un festival del fuego, similar a su contraparte veraniega, pero de naturaleza más íntima y hogareña. Al igual que el solsticio de verano, está relacionado con la fertilidad y la continuidad de la vida.
En este contexto, la Diosa se muestra en su aspecto oscuro como «La que corta el hilo» o «Nuestra Señora en la Oscuridad», invocando al Dios Sol. Simultáneamente, ella está en proceso de dar a luz a un Hijo-Amante que la vuelve a fertilizar a ella y a la tierra, restaurando la luz y el calor al mundo.
Ritual para recibir el Espíritu de YULE en 7 pasos :
- Mantener la casa limpia, organizada y perfumada con mirra y mandarina.
- La noche antes del Solsticio de Invierno, por la mañana, enciende incienso de mirra y, después del mediodía, utiliza incienso de mandarina.
- Coloca una estrella de varias puntas en el árbol de Navidad, en la puerta, en la pared o en el pesebre.
- Compra o crea una estrella de varias puntas para ubicarla en el lugar que prefieras; lo esencial es que la energía del Espíritu de la Navidad que simboliza esta estrella ilumine con su luz sagrada nuestro hogar y a quienes vivimos en él.
- Enciende velas, preferiblemente de colores rojo, dorado y blanco.
- Prepara la carta de peticiones con deseos a todos los niveles: físico-mental-espiritual / personal-familiar-universal.
- Comienza a escribir tus deseos, dejando espacio suficiente para poder cortar cada petición por separado.
- Quema la carta de los deseos del año anterior.
- Enciende una vela y bendice tu carta en nombre de Yule-Espíritu de la Navidad-el Sol.
- Finalmente, entre las 7:00 y las 11:00 de la noche, con la carta lista, da las gracias por su bondad en nuestra vida y en el mundo, deseando el bien para nosotros y para toda la humanidad.
- Si lo deseas, puedes cenar y brindar para dar la bienvenida al nuevo ciclo solar, agradeciendo por anticipado su energía y su luz.
En Yule observamos el solsticio de invierno, cuando la noche se extiende más que cualquier otra del año. Aunque lo más duro del invierno todavía está por delante, comenzamos a celebrar el retorno de la luz. Desde este día, las horas de claridad aumentan gradualmente hasta llegar a su apogeo en el solsticio de verano, revitalizando el mundo.
Cada cultura tiene su propia manera de honrar el solsticio de invierno, utilizando símbolos de luz. En la tradición judía se enciende un menorá, las luces adornan los árboles de Navidad, se queman troncos, y las casas se llenan de luces o velas. Estos rituales son súplicas al sol para que regrese.
Este es un tiempo tradicional dedicado a reflexionar sobre lo que realmente importa en la vida, anticipando un año lleno de promesas. En esta noche, algunos realizamos una invocación especial al “Espíritu de la Navidad”, un ritual que busca liberar las energías limitantes del año transcurrido y abrirse a las nuevas oportunidades que el futuro nos reserva.
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