¿Acaso existe una brecha entre los sentimientos en el tarot o están conectados de alguna manera mística y profunda? Esta interrogante ha dejado perplejos a muchos, pues la respuesta no es definitiva. Sin embargo, lo que sí es cierto es que el tarot es capaz de revelar nuestros verdaderos sentimientos y emociones más allá de lo que podemos expresar con palabras.
¿No es eso, en sí mismo, una muestra del poder que tienen los sentimientos en el tarot?
Los sentimientos son como una moneda con dos caras opuestas: alegría-tristeza, amor-odio, paz-miedo, felicidad-desdicha, compañía-soledad. La vida se nos presenta en forma dual, con yo, tú, él, los demás y este mundo frente al mundo de más allá, y este universo bañado por la luz de múltiples universos a su alrededor.
¿Existe alguna distancia entre la mente y el corazón? ¿Son acaso dos en uno? ¿Qué es primero, el corazón o la mente? ¿Cuál debemos seguir? ¿A cuál debemos escuchar? ¿Cuál es el camino correcto a elegir?
No se trata de blancos y negros, sino de un amplio espectro de matices y variedades, como los tesoros reflejados en nuestro ser. No existen dos seres humanos iguales, y por tanto, no hay una regla escrita para todos. Cada uno de nosotros debe llegar a conocer y dominar nuestras propias tonalidades, aprender a escucharnos y comprendernos para, así, alcanzar nuestro propio camino.
No existen verdades absolutas en este mundo, ni blancos ni negros, sino tonalidades interminables de grises que reflejan nuestro carácter y personalidad únicas. Debes encontrar tu propia paleta de colores, aquella que se ajuste a tu esencia más pura y verdadera, aquella que te haga sentir vivo y en armonía contigo mismo.
Escucha tu interior, comprende tus virtudes y limitaciones, y verás cómo se revelará ante ti un universo nuevo, vibrante y lleno de posibilidades.
Cada uno de nosotros tiene el poder de crear su propia regla, de moldear su destino con la fuerza de su intención y el coraje de su corazón. No hay una fórmula mágica para hacerlo, sino un camino que cada uno debe recorrer con su propia sabiduría y visión. Pero nunca debemos olvidar que vivimos en un mundo interconectado, donde nuestras acciones tienen un impacto en el entorno y las personas que nos rodean.
¿Qué camino eliges? ¿Te limitas a esperar, sin tomar acción ni responsabilidad? ¿O te unes a una comunidad en busca de un propósito común, donde todos pueden contribuir con sus talentos y habilidades?
La elección es tuya, pero recuerda que el mundo presenta limitaciones que debemos afrontar juntos, como individuos y como sociedad. La transformación empieza en ti, pero su alcance puede ser mucho mayor de lo que imaginas.
No debemos olvidar que la sociedad siempre nos enseña algo, y nosotros, a su vez, creamos nuestra propia sociedad, aquella que refleja aspectos de nuestra personalidad. Sin embargo, si no realizamos cambios en ella, seguiremos en un mundo individualista que nos conducirá a la inconsciencia social y a dejar de lado a aquellos que no cumplen nuestras expectativas.
Nos desalentaremos ante la falta de conexión emocional y nos mantendremos aferrados a convicciones obsoletas, sin avanzar en nuestro crecimiento individual ni colectivo. Es hora de evolucionar y de transformar nuestra sociedad en una más consciente y colaborativa.
