La Rueda de la Fortuna del tarot simboliza el cambio, los comienzos y, por supuesto, los finales. Es el punto donde el destino y la elección se entrelazan, donde rompemos viejos patrones a través del cambio y aprendemos a adaptarnos mientras fluimos en los mares y las olas de la vida, como hábiles surfistas.
El núcleo principal de esta carta es el cambio cíclico. La rueda no deja de girar, llevándonos en una constante progresión de altibajos, liberándonos de cualquier forma de pasado. Nadie puede escapar de su acción cíclica, ya sea que estemos en la cima o en el valle. Pero hay un momento de claridad positiva cuando nos encontramos en equilibrio sobre la rueda. Dentro de este vaivén, hay una parte que permanece estacionaria y representa nuestro yo eterno: ¡el cubo!
En algún momento, cada uno de nosotros ocupará cada punto de la rueda. El ciclo de esta rueda es una lección y podemos consolarnos en ella. Si no te gusta cómo se presentan las cosas ahora, solo espera, cambiarán, sin duda alguna. Por supuesto, si disfrutas de cómo se ven las cosas en este momento, disfruta mientras dure, porque eso también cambiará.
La presencia del destino se hace evidente.
Utilizamos lo que el azar nos ofrece, observamos cómo los hilos de la vida se entrelazan y aprendemos a encontrar oportunidades, abriéndonos a la suerte.
Y experimentar la fuerza del destino en movimiento, navegando en una dirección distinta, transformando las cosas, presenciando un cambio en nuestra fortuna, alterando el curso actual y quedando sorprendidos por un giro de los acontecimientos…
En la mitología griega, encontramos a las Parcas, tres mujeres responsables de tejer el destino de cada persona al nacer. No es de sorprender que estas divinidades sean hilanderas, pues la rueda de la fortuna se presenta como un símbolo adecuado para representar las inesperadas vueltas que toma el destino de un individuo.
Este concepto es el enfoque central de la Carta 10.
La Rueda de la Fortuna es una de las pocas cartas de los arcanos mayores que no muestra una figura humana como su punto focal. Esto se debe a que su centro se sitúa por encima del reino de los hombres, en los niveles superiores (las nubes), donde los destinos de todos se entrelazan en el tapiz de la vida.
El tarot reconoce que cada persona dibuja su propio camino en la vida, pero también está sujeta a los ciclos más amplios que la engloban. Vivimos eventos fortuitos que parecen accidentales, pero en realidad forman parte de un gran plan.
La Rueda de la Fortuna puede indicar una revelación o realización impactante. Si hemos estado lidiando con un problema o una situación difícil, esta carta puede señalar que encontraremos la respuesta y que podremos contemplar todo desde una perspectiva más amplia.
Además, simboliza los encuentros inesperados y los giros del destino. De hecho, la carta número diez a menudo implica acciones similares a las de una rueda: cambios de dirección, ciclos repetitivos y movimientos rápidos.
Cuando la energía de la Rueda aparece …
Sentiremos que la vida se acelera, quizás como si estuviéramos atrapados en un tornado que podría llevarnos a cualquier lugar. Girando y girando y girando, sin que nadie sepa dónde se detendrá.
La forma en que aprovechamos la energía de la Rueda a través de nuestras elecciones y mentalidad (acciones, pensamientos, palabras, emociones…) marca la diferencia. La mejor opción es tratar de permanecer en el centro de nuestra propia rueda, es decir, mantenernos alineados con la energía centrifugadora de la vida.
Al mantener nuestra fortaleza y utilizando nuestra adaptabilidad, sabiendo que podemos superar y enfrentar las pruebas y circunstancias que el destino nos presenta, esa es la lección de la Rueda.
Lo que aprendamos nos beneficiará durante mucho tiempo.
La Rueda de la Fortuna en el zodiaco
El origen etimológico de la palabra «rueda de la fortuna» en el zodíaco se refiere a las esferas celestiales, de las cuales la octava alberga las estrellas y la novena es donde se ubican los signos del zodiaco. Este concepto fue probablemente elaborado por primera vez en Babilonia y desarrollado posteriormente en la Grecia clásica.
Además de la tradición cultural grecorromana, tanto occidental como oriental, también existe un concepto algo similar en la Bhavacakra, o Rueda del devenir, que se encuentra representada en el arte y la literatura de la India antigua. Sin embargo, las primeras concepciones en el mundo romano y griego implican una esfera tridimensional y no una rueda bidimensional, la cual es una metáfora del mundo. Esta visión fue ampliamente utilizada en la percepción ptolemaica del universo, dado que el zodíaco se presenta como una rueda con sus «signos» que giran constantemente durante todo el año y tienen un efecto sobre el destino (o la fortuna) del mundo.
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