XVIII La Luna en el Tarot y su significado mas profundo, por Carolina de Pedro

Cuando el orbe lunar emprende su danza en una lectura, es señal inequívoca de que el tiempo de dejarse guiar por nuestra intuición ha llegado.

En la carta de la Luna no hay rastros de seres humanos, solo se vislumbra un lobo solitario, un leal perro y, un cangrejo/langosta (o simplemente un cangrejo de rio). El lobo y el perro se ubican en un prado verde, mientras el habitante acuático, desde lo profundo del río, observa con ojos atentos.

Ambos animales elevan su aullido hacia el firmamento nocturno. Ambos ladran a la Luna, su ama. Ellos son conscientes de la transformación; la saludan y la protegen en la forma que saben hacerlo. Aúllan también evocando la presencia de Hécate, la poderosa y aterradora diosa, maestra de la magia y custodia de los fantasmas. Se dice que su señal se hace patente a través de los ladridos caninos. Cada aullido representa las gotas de energía que la Luna absorbe en medio de la confusión y la oscuridad que engendran.

Mientras tanto, en el estanque, la langosta-cangrejo acecha con paciencia, esperando el momento oportuno para emerger furtivamente del desconocido. A ambos lados, dos torres de piedra se alzan majestuosas, sus grises paredes susurrando relatos antiguos. En las alturas, la Luna observa serena la escena, con su semblante humano, derramando su luz suave sobre todo lo que abarca.

El cielo se presenta límpido, sin una sola nube, y su oscuridad resplandece con cautivadora y seductora aurora. Ya es la noche, el instante de misterio y posibilidades infinitas ha llegado.

La carta de La Luna, el arcano mayor número 18, nos desvela secretos, despierta misterios y juega con ilusiones. Se asocia mayormente con aquello que se oculta a nuestra percepción, pero su significado va mucho más allá de la oscuridad y las sombras de la noche.

Si bien existen cartas en el tarot que representan la mente, el orden y la rigidez, como La Justicia, El Emperador y El Sumo Sacerdote, La Luna se encuentra en el extremo opuesto, siendo un compendio de sensibilidad, caos, ensueño y una explosión de sentimientos y emociones. Es pura intuición y sentimiento, pero también alberga miedos y una fuente inagotable de inspiración.

La Luna, simbolizada por el arcano número XVIII, personifica nuestras fantasías, proyecciones mentales, intuición e inspiración. Representa nuestra sensibilidad, inclinación hacia el arte y receptividad hacia lo emocional. Además, nos conecta con los sueños, la imaginación y la idealización. Es el dominio de los ancestros y las vidas pasadas, un portal hacia lo desconocido.

En esencia, La Luna encarna la noche, el universo de lo subconsciente y clarividencia. También es un símbolo de nuestras habilidades psíquicas, atracción magnética hacia lo oculto y el poder de lo que permanece escondido. Y por supuesto, está asociada con la fantasía, capaz de reemplazar la realidad y dar lugar a alucinaciones, equívocos y autoengañarnos.

La Luna es un misterioso ser que encarna la feminidad, la intuición y la noche, otorgándonos la calma y la capacidad de escuchar nuestro instinto más profundo.

Nos empuja a sumergirnos en nuestros propios abismos, explorando cada rincón sin excepción. Como un poderoso portal hacia el subconsciente, puede convertirse en la noche más oscura de nuestra alma, llena de sueños inalcanzables, inseguridades y miedos.

Su luz propia es un reflejo dorado y puro del sol, pero en ese reflejo reside su propia belleza y fortaleza, pues solo puede reflejar lo que ya posee. Por esa razón, las cosas a menudo no son lo que parecen bajo la luz de la Luna. Todo se distorsiona y se convierte en un reflejo de lo que no es real, por lo que debemos desvanecer esas ilusiones para poder traer claridad y luz a nuestras vidas.

La imagen es un reflejo sutil de la eterna danza entre la luz y la oscuridad, donde la conciencia choca con el abismo del inconsciente. Un juego enigmático de lo revelado y lo velado, de lo evidente y lo oculto.

La Luna en el tarot nos muestra la imperante necesidad de dejar atrás el pasado y dirigirnos hacia un futuro nuevo y brillante; dejar de ser seres influenciados por la Luna para convertirnos en seres radiantes como el Sol, siguiendo el valiente y famoso sendero del héroe. Primero, debemos llegar a un acuerdo con nuestro mundo interior, calmar nuestros miedos instintivos y encontrar la paz interior. Al otro lado del recorrido, al final del camino, el Sol esperará nuestra llegada.

Además, la luna encarna con fuerza los conflictos con la figura materna, la tristeza, la dualidad de personalidad, los celos y la hipocresía. Representa la resistencia al cambio y la aferración al romanticismo extremo. Todo esto se traduce en una falta de claridad.

Existen diversas interpretaciones astrológicas respecto a su equivalencia zodiacal, algunos la asocian con Cáncer, otros con Piscis. Personalmente, considero que va más allá de los signos y representa el símbolo más puro de la propia luna.

Si dirigimos nuestra atención hacia el arcano de La Luna, más allá de la interpretación central que nos ofrece la luna, lo que destaca es la repetición. Dos torres, dos perros, dos pinzas de cangrejo; parecen ser reflejos entre sí. De hecho, si dividimos la carta en dos con un espejo, se mantendría casi inalterable, excepto por la luna que se transformaría en un sol en lugar de una luna. Representan la dualidad, las dos caras de la Luna.

Muchos creen que la luna tiene un lado oscuro, pero la verdad es que posee un lado oculto, un misterio que no podemos desvelar desde aquí en la tierra.

La carta nos habla en silencio, sin presencia de personas, revelando los secretos de nuestro inconsciente, nuestro tesoro oculto. En este misterioso escenario, el perro personifica nuestros miedos internos, mientras que el lobo nos susurra sobre la soledad que nos acecha. El agua, por su parte, simboliza nuestros sentimientos y emociones, un océano que navega dentro de nosotros.

En el fascinante mundo del tarot Rider-Waite, nos encontramos con una criatura sorprendente: la langosta (o cangrejo de rio). La langosta/cangrejo es un ser nocturno, cuyos hábitats se sitúan en fondos rocosos, ocultándose durante el día en cuevas y grietas, asomando solo sus antenas hacia el exterior.

Estos astutos crustáceos no solo son expertos en el arte de la supervivencia, sino que encaran la esencia misma de la transformación. En el antiguo Egipto, el cangrejo fue venerado en la forma de un escarabajo, trasladando su significado al Símbolo de Transformación. Para los egipcios, el cangrejo personificaba el cambio tangible, una señal divina de que la evolución y la renovación eran posibles en cualquier momento.

Envueltos en un aura rubí, que encarna la esencia de la vida y el ardor de los alquimistas, este fuego interno, reconocido por su poder transmutador, se manifiesta en el vibrante color rojo de su ser. La langosta y el cangrejo nos instan a abandonar los fragmentos del pasado que ya no nos sirven en nuestra psique, permitiéndonos así surgir renovados y transformados.

Ambos son criaturas duales que hacen su morada en el elemento acuático y terrestre, simbolizando la conexión entre la conciencia y el subconsciente. En la carta de la Luna, emergen de las aguas, indicándonos que nos hablan de aspectos que surgen de las profundidades subconscientes de nuestra personalidad y salen a la luz.

Al transitar entre ambos elementos, tanto la langosta como el cangrejo nos revelan la importancia de mantener nuestros pies firmes en la tierra mientras nos aventuramos valientemente en las profundidades de nuestro inconsciente.

No debemos perdernos en este vasto mar emocional, sino explorarlo cautelosamente para encontrar aquello que buscamos y, finalmente, retornar a nuestra base terrenal.

La Luna (XVIII) Tarot Rider-Waite-Smith (1910)

La Luna en diferentes Tarot

La Luna en el Tarot Mítico de Liz Green y Juliet Sharman-Burke aparece representada por el mito de Hécate, diosa del mundo subterráneo, soberana de la luna, la magia y el encantamiento. «A nivel interior, Hécate, la diosa de la luna, es una imagen de las misteriosas profundidades acuosas del subconsciente. En la carta de la Luna, encontramos en la imagen de Hécate una experiencia del gran mar colectivo del subconsciente del que ha surgido no solamente el individuo, sino la totalidad de la vida. Hécate es más que el retrato de las profundidades personales. Ella encarna el principio femenino en la vida misma, y las tres caras y las tres fases lunares reflejan su poder polifacético sobre el cielo y la tierra y el mundo subterráneo. El encuentro con Hécate, la diosa-luna, es el enfrentamiento con un mundo transpersonal, donde los límites personales se borran y el sentido de la dirección y el ego se han perdido. El único camino que lleva al mundo de Hécate es el «camino real» de los sueños, que, al igual que el cangrejo, nos atormenta con una rápida visión y luego se desliza otra vez en el agua. La carta de la Luna es una carta de gestación, llena de confusión, ansiedad y aturdimiento. No tenemos nada que nos guíe, excepto el mundo de los sueños y la Estrella de la Esperanza, porque esta imagen de lo femenino no es una imagen personal como la de la Suma Sacerdotisa. Es vaga, impalpable e impersonal, y se encarna como humores cambiantes y confusión. Hécate nunca se puede asir realmente, porque es una diosa de la magia, e inicia al Loco en un mundo más grande que el suyo, ese agua original de la que procede toda vida.» – Extracto de Juliet Sharman-Burke y Liz Green (1986), El Tarot Mítico: Una nueva aproximación a las cartas del Tarot, 10ª Edición de 2001, Ed. Edaf.

«La Luna» en el Tarot Mítico de Juliet Sharman-Burke y Liz Green (1986)

 

La Luna del Tarot Thoth de Aleister Crowley y Frieda Harris (1938 y 1942) – 

La carta del Tarot Thoth Luna asociada a Piscis, quien se encuentra encantadoramente ligado al reino del subconsciente, las emociones, la intuición y el arte. Piscis, gobernado por NEPTUNO, el dios romano de los mares (así se le representa en la imagen de abajo). Las profundidades acuáticas de Neptuno atesoran los tesoros oníricos, las visiones y la imaginación, logrando así un encantador vínculo con las inspiradoras cualidades de la Luna.

La luna asoma en su fase menguante, representando el proceso de sumergirse en los rincones más turbios y profundos del SER. Es un periodo de pruebas finales que a menudo se presentan como desafiantes. En la oscuridad se oculta el gran peligro de perder de vista la meta real. Se vislumbran ilusiones engañosas y tentaciones seductoras que acechan, tratando de desviar a aquellos que están luchando por avanzar. En la parte superior de la carta se muestra un pasillo estrecho custodiado por dos guardianes de aspecto extraño, con cabezas de lobo/chacal que representan a Anubis, el dios egipcio de los muertos. Anubis sostiene el Ankh, que es un compuesto de Neptuno (que rige a Piscis) y Venus, que está exaltado en Piscis. Detrás de ellos se elevan dos torres oscuras y amenazantes, símbolo de su poder. Los guardianes sostienen en sus manos el cetro del fénix y los símbolos de Mercurio y Plutón, que también funcionan como llaves. Existen un total de nueve sephiroth, y el noveno de ellos está bajo la influencia de la enigmática Luna. Este misterioso noveno sephiroth adopta la forma de Neptuno, con su glifo característico. De manera intrigante, guarda una similitud con la sangre menstrual, ya que representa el potencial que no se ha realizado, es decir, la semilla de vida o el esperma que aún no ha encontrado su camino hacia el útero fecundado.

Los significados adivinatorios de la carta de la Luna de Thoth en el Tarot pueden resultar un tanto desfavorables, pero es fundamental adoptar una forma constructiva de abordarla si aparece en nuestra lectura. Nos invita a prestar atención a la necesidad de enfrentar patrones subconscientes negativos o destructivos y, por consiguiente, al manifestarse en una tirada, se nos brinda la oportunidad de liberar la energía que nos ha estado limitando para alcanzar nuestro máximo potencial.

La Luna. Tarot Thoth de Aleister Crowley y Frieda Harris (1938 y 1942)

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