Por Carolina de Pedro (Barcelona, octubre de 2024).
Mercurio, Virgo y Géminis y la tercera casa.
Son los encargados de la magia que fluye a través de nuestras manos y brazos, despertando nuestra expresividad y permitiéndonos contar historias con cada movimiento. Es importante tener en cuenta las posiciones de Mercurio (personifica las manos y los brazos), Géminis y el signo de Virgo, junto con la tercera casa, ya que estas describirán con mayor precisión nuestros gestos y brazos mientras bailamos.
Es sabido que en la danza los brazos expresan y comunican, al igual que las manos hablan.
Cuando Mercurio se encuentra en Géminis, nuestras manos y brazos adquieren una elegante agilidad y versatilidad, convirtiéndose en instrumentos de comunicación fluida, dibujando líneas sutiles y expresando ideas a través del lenguaje de la danza. Ideales para la danza española o el baile flamenco.
Si Mercurio toma contacto con el perfeccionista signo de Virgo, nuestros brazos se ven imbuidos con una precisión meticulosa. Los movimientos se vuelven nítidos y definidos, revelando una atención a cada detalle ideal para transmitir un mensaje muy específico, fusionando la danza con la lógica y la organización. Tal es el casi de la Danza Kathak, la danza de la India, donde los bailarines se expresan haciendo gestos con las manos (Mudra).
En cuanto a la tercera casa, que representa la comunicación y los intercambios, su influencia potencia nuestros gestos, permitiéndonos conectarnos con el público y transmitir emociones con mayor intensidad.
Cuando Mercurio y la casa tercera se unen en armonía, nuestras coreografías cobran vida con una fluidez comunicativa que cautiva y emociona a quienes tienen el privilegio de presenciarlas. Este un aspecto ideal para los bailarines que tiran de ellos para crear expresiones faciales y gestos elegantes que dan vida a la música y la danza, como la danza clásica de la India.
En esta maravillosa clase de danza, las miradas se convierten en potencial comunicador y los movimientos de la cara son cautivan-tes arreglos coreográficos. El cuerpo se convierte en un arte que transmite diálogos divinos, mientras que los pies danzan al ritmo de la música. Ira, sorpresa, felicidad, dolor, devoción, confusión… a través de un abanico de expresiones faciales y gestos de manos, el bailarín interpreta una melodía y crea una poesía cinética en movimiento, evocando sentimientos en el público para provocar una experiencia emocional intensa.
La comunicación no verbal se convierte en el mensajero elegido por los dioses del arte.
Signos y Casas
Los signos de agua, como Piscis y Escorpio, fluyen con una inigualable musicalidad y un profundo sentimiento. Mientras tanto, los signos de aire, como Acuario y Libra, contemplan la danza con una determinación rítmica y una elegancia fría.
Por otro lado, los signos de fuego, como Leo, Aries y Sagitario, irradian y expanden un estilo dramático y enérgico que los hace destacar en cualquier escenario.
En cuanto a las casas, si consideramos la quinta casa, relacionada con la creatividad y la auto-expresión, se vuelve relevante para las habilidades dancísticas. Esta casa les brindan a los bailarines y artistas en general, una ventaja significativa, una amplia puerta abierta hacia la expresión, aunque la práctica sigue siendo fundamental.
Los encantos de Venus impregnan una trayectoria profesional enaltecida por aplausos y reconocimientos, especialmente si Venus se encuentra en una posición prominente, armoniosamente as-pectada en el Ascendente o en el Medio Cielo, o incluso en conjunción con este último. Además, si el Sol se ubica en signos gobernados por Venus o donde Venus se encuentra exaltada, o si se sitúa en el Medio Cielo y en la quinta casa, se intensificará aún más el éxito de esta carrera artística.
Cuando el Sol se ubica en el punto más alto del cielo, el Medio Cielo, su luz ilumina la personalidad con un brillante esplendor y encanto. Y si la Luna, el sello distintivo de la fama y la creatividad, se encuentra en una posición de prominencia y sus influencias se combinan armoniosamente, esto trae consigo una influencia positiva en las relaciones y en la expresión artística. Igualmente, cuando la Luna se junta con el punto más alto del cielo, la fama y el carisma del artista resaltan aún más en todo su esplendor.
Los elementos de astrología y su relación con la danza
La astrología también atribuye elementos a cada signo del zodiaco: fuego, tierra, aire y agua.
Cada elemento representa una faceta distinta de nuestra personalidad y procesos creativos. Al comprender la energía elemental del signo, podremos evaluar cuales respalden las actividades artísticas.
- Por ejemplo, los signos de fuego (Aries, Leo, Sagitario) son conocidos por su pasión, creatividad y determinación. Con sus emociones ardientes, amplifican estas características e inspirar tus esfuerzos artísticos.
- Los signos de tierra (Tauro, Virgo, Capricornio) son personas pragmáticas y con los pies en la tierra. Son expertos en planificación y organización, pero a veces les cuesta aprovechar su creatividad aunque pueden ofrecerles el impulso creativo y la disciplina que necesitan mientras siguen conectados con su naturaleza terrenal.
- Los signos de aire (Géminis, Libra, Acuario) destacan por su intelecto y su capacidad de pensamiento rápido. Las innovaciones y creaciones vanguardistas pueden resultar beneficiosos para potenciar su mente analítica y fomentar ideas innovadoras.
- Los signos de agua (Cáncer, Escorpio, Piscis) son verdaderos maestros de la intuición y la sensibilidad. Su arte es alimentado por la corriente de sus emociones, fluyendo con una elegancia única. La magia de la música potencia su espíritu creativo y canaliza su expresión hacia dimensiones insospechadas.
Cinco bailarines famosos de la historia y algunos aspectos de sus cartas natales
Mikhail Baryshnikov (1948-) se caracteriza por tener una fascinante combinación de Mercurio y Neptuno en su carta astral, que le otorgan una apariencia suave y encantadora al igual que el pisciano Rudolph Nureyev (1938-1993).
Sylvie Guillem (1965-), por su parte, tiene Mercurio en Piscis, lo cual también le otorga un matiz de influencia Mercurio-Neptuno en su personalidad y habilidades artísticas.
Olga Spessivtseva (1895-1991) poseía una presencia interesante con la Luna, Plutón y Neptuno en Géminis.Para aquellos que no la conocen, es importantísima destacar que Sergei Diaghilev (1972-1929) la consideraba una bailarina de mayor destreza incluso que Anna Pavlova. En una ocasión durante un ensayo, su talento conmovió a todos los demás bailarines en la sala hasta hacerlos llorar.
Vaslav Nijinsky (1889-1950), con su dominio de los signos de Agua, revelaba una sensibilidad e intensidad emocional elevadas. Sus posiciones de la Luna, el Sol y Mercurio en Piscis, su Ascendente en Escorpio con una marcada influencia de Venus en Acuario, y un Júpiter bien aspectado al Medio Cielo, lo convirtieron en el verdadero «Dios de la danza». Era un bailarín poseedor de una conexión única con el mundo de las emociones y la expresión artística más profunda.
Para finalizar
La danza y la astrología se encuentran en un fascinante punto de unión, donde ambos buscan descifrar la esencia misma del movimiento y la energía. En el mundo de la danza, el cuerpo se convierte en una herramienta para sintonizarse con las vibraciones cósmicas, permitiendo que la armonía entre el ser humano y el universo se exprese de manera sublime.
Algunas formas de danza contemporánea y terapias de movimiento incluso incorporan elementos astrológicos, sugiriendo que bailar bajo ciertas fases lunares o alineaciones planetarias puede potenciar la conexión espiritual y el bienestar.
Tanto el arte del movimiento como la astrología nos convocan a desvelar y festejar ese enlace inalienable entre el individuo y el universo, instándonos a despertar nuestra conciencia respecto a nuestra propia existencia y al entorno que nos rodea. Nos brindan, además, una valiosa caja de herramientas para armonizar nuestra energía y encontrar aquella conexión fundamental con el insondable cosmos.
1 – La danza y la astrología. Por Carolina de Pedro . 1era parte
2 – La danza y la astrología. Por Carolina de Pedro Pascual. 2da parte
