Hilma af Klint en el Museo Guggenheim Bilbao

La muestra de Hilma af Klint en el Museo Guggenheim Bilbao es una verdadera inmersión en los logros artísticos de esta excepcional creadora, concentrándose en la época en la que tuvo sus mayores avances (1906-1920). 

Fue en este período cuando empezó a crear pinturas no objetivas y extremadamente imaginativas, dando vida a un conjunto de obras único que invita a una mirada renovada hacia la modernidad y su desarrollo.

  • Del 18.10.2024 – 02.02.2025 en el Museo Guggenheim Bilbao.
  • Comisarias: Tracey R. Bashkoff y Lucía Aguirre.
Hilma af Klint in her studio at Hamngatan, Stockholm (1895)
“Eros” Hilma af Klint / The Hilma af Klint Foundation

Cuando la talentosa artista sueca Hilma af Klint (1862–1944) dio inicio a su apasionante travesía creativa con pinturas radicalmente abstractas en 1906, nadie se podía imaginar lo que estaba por venir. Sus obras eran audaces, rebosantes de color y carecían por completo de cualquier referencia reconocible al mundo físico. Ella se convirtió en pionera al liberar al arte de su contenido representativo, algo que otros artistas tardarían en atreverse a hacer.

Af Klint apenas permitía que sus pinturas fueran expuestas al público y, creyendo que el mundo aún no estaba preparado, dejó instrucciones explícitas de que sus obras no se mostraran hasta después de su muerte, esperando un plazo de veinte años. Su trabajo permaneció en la oscuridad hasta 1986, cuando finalmente recibió el reconocimiento merecido.

En el año de 1896, la talentosa pintora se unió a un grupo de mujeres valientes para dar vida a «De Fem» o «Las Cinco», una hermandad sin igual. Estas damas, se embarcaron en sesiones de meditación y espiritismo. Cada viernes, se reunían con el fin de conectarse con seres celestiales provenientes de otras dimensiones, quienes les enviaban mensajes.

Estas mujeres, a través de su habilidad en la pintura y la escritura automáticas, lograban materializar mensajes celestiales. Hilma, en particular, sobresalía como la líder del grupo en estas impresionantes sesiones espirituales, ya que poseía el don de canalizar y recibir estos mensajes incluso estando plenamente consciente.

En una de estas sesiones, los Altos Maestros, nombre que asignaron a sus guías espirituales, las comisionaron con una misión: revelar al mundo lo que habían presenciado en esa dimensión espiritual. Aunque sus amigas rechazaron esta tarea, Hilma af Klint, valiente y determinada, aceptó el desafío, y así comenzó su primera serie de pinturas abstractas, la aclamada «Las pinturas para el templo».

En ese tiempo, ocurrió un milagro, donde el talento y la trascendencia se entrelazaron de manera majestuosa, guiando a Hilma af Klint en un viaje que superó los límites del mundo conocido.

A partir de ese momento, Hilma af Klint fue testigo de una transformación radical en su estilo de pintura y comenzó a llevar una doble vida. Por una parte, continuó creando paisajes y retratos para mantenerse económicamente, pero, por otro lado, se aventuró intrépidamente en el fascinante universo del arte abstracto, dando vida a obras místicas y revolucionarias.

Entre los años 1906 y 1912, af Klint produjo un total de 193 pinturas que conforman la extraordinaria serie llamada «Las pinturas para el templo». Este conjunto de obras se transformó en el epicentro del desarrollo de su lenguaje abstracto y se convirtió en un hito histórico: la primera colección en la humanidad de pinturas puramente abstractas.

En resumen, Hilma af Klint se convirtió en una visionaria del arte abstracto, explorando nuevos horizontes artísticos mientras se mantenía fiel a su oficio tradicional de la pintura. Su colección «Las pinturas para el templo» es una verdadera muestra de su genio y valentía artística.

Hilma se sumergió en el cautivador mundo de las palabras de Rudolf Steiner, el destacado miembro de la Sociedad Teosófica y fundador de la antroposofía. Este encuentro con el genio literario tuvo un impacto monumental en su forma de pensar y en su arte, dando origen a futuras series como «Los cisnes» y «La paloma».

Luego del triste fallecimiento de su madre en 1920, Hilma af Klint decidió emprender un viaje a Suiza con un propósito único: reunirse con Rudolf Steiner. Allí se sumergió más profundamente en la Sociedad Teosófica y continuó su exploración en los textos del maestro.

Durante este período, el pincel de Hilma dio vida a una nueva serie dedicada a las grandes religiones que dan forma a nuestro mundo, así como a otra titulada «Las flores y los árboles». En esta última, la artista rompió completamente con su distintiva simbología geométrica, tratando de capturar la dimensión espiritual de la naturaleza. De esta manera, af Klint volvió su atención hacia los elementos naturales que la habían inspirado al comienzo de su carrera, pero esta vez bajo una perspectiva completamente distinta.

Entre los años 1922 y 1941, la extraordinaria artista dedicó gran parte de su tiempo a explorar los misteriosos estudios teosóficos y a plasmar su talento en hermosas acuarelas. Además, se embarcó en la tarea de revisar y editar sus cuadernos, contando con la inestimable ayuda de su íntima y, según algunos, también romántica compañera, Anna Cassel. Durante esos años, af Klint gestó un audaz plan: construir un museo que revelara los secretos que yacen más allá de la materia.

Aunque solo una pequeña fracción de su monumental serie de Pinturas para el Templo fue exhibida en la sorprendente Conferencia Mundial de Ciencias Espirituales, organizada por la prestigiosa Sociedad Antropológica de Inglaterra en 1926.

Había creado una obra sin precedentes, pero sentía que la sociedad aún no estaba preparada para apreciar verdaderamente su arte. En cierta ocasión, su amigo y mentor, Rudolf Steiner, le aconsejó esperar cincuenta años después de su muerte para dar a conocer su creación al público. A pesar de ello, ella dejó establecido en su testamento que sus obras debían permanecer ocultas hasta veinte años después de su partida.

A principios de la década de 1940, Hilma af Klint se mudó con su prima, Hedvig af Klint, a Djursholm-Ösby, un lugar apacible en Estocolmo. Fue allí donde, el 21 de octubre de 1944, a pocos días de cumplir los 82 años, la artista nos dejó tras sufrir un infortunado accidente en un tranvía.

Cuaderno de los estudios de Hilma af Klint sobre su propia obra.
‘El cisne nº 17’, obra pintada en 1915 – Hilma af Klint (1862-1944)
Obra ‘Altarpiece nº1’, pintada en 1907.
‘Los diez grandes nº 5’, pintado en 1907.
Hilma af Klint at the Kungliga Akademien in Stockholm, 1885. Found in the collection of Courtesy of Stiftelsen Hilma af Klints Verk. (© Fine Art Images/Heritage Images)

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