Sobre lo de arriba, en lo que nos concierne aquí abajo, por Leo Montblanch (2015)

Artículo de Leo Montblanch sobre el “Comentario” de Macrobio al sueño de Escipión narrado por Cicerón, en el que se dan las claves básicas de astronomía y simbología para comprenderlo. Universidad de Barcelona, 2015.

«Cuando en una tranquila y clara noche levantamos distraídamente la mirada hacia lo alto y contemplamos el espectáculo formidable que se despliega ante nosotros, no podemos sino asombrarnos. Si, además, por un casual, sabemos que esa miríada de puntos luminosos son a su vez soles, algunos miles de veces mayores que nuestro sol y que ciertas formas algo difusas son otras tantas galaxias como nuestra Vía Láctea que se agrupan en cúmulos que forman como filamentos de estructuras aún mayores, entonces, el asombro deja paso a la estupefacción.

¿Qué es todo eso que está en lo alto? La mayoría, abrumados, bajarán la vista y buscarán cualquier cosa que los distraiga. Otros, unos pocos, quizás tan solo uno, se mantendrá por unos instantes absorto y sentirá la añoranza de algo que no acierta a definir.

No está en nuestra mano resolver el misterio, pero sí abordar algunas reflexiones de la mano de alguno de los Antiguos. En esta ocasión será el texto de Macrobio, “Comentario al sueño de Escipión, de Cicerón”. Como su nombre indica, nos encontramos con el comentario que hace Macrobio (pensador, escritor y ciudadano romano de no aclarada procedencia, a caballo entre los siglos cuarto y quinto de nuestra Era) al famoso sueño narrado por Cicerón en su “Sobre la República” en el que Escipión, el Africano, el Viejo, se aparece a su nieto adoptivo, Escipión Emiliano, para revelarle cosas futuras que le atañen. Pero no nos engañemos. Bajo esta forma literaria se esconde un pequeño compendio del saber pagano greco-romano que poco a poco iba a diluirse en la corriente entonces pujante del cristianismo que el Imperio, no hacía mucho, acababa de abrazar. Por boca de Macrobio se expresarán Pitágoras, Platón, Numenio, Plotino, Porfirio y otros.

Pero antes de entrar en el tema, necesitamos proveernos de algunos conceptos astronómicos elementales.

En primer lugar, si de noche nos situamos mirando hacia el sur (que es el lugar opuesto al norte, marcado éste por la estrella Polar) al transcurrir las horas nos parece que todo gira de izquierda a derecha, de este a oeste; toda estrella o planeta tiene su aparecer por el este u orto y su fenecer por el oeste u ocaso. Este movimiento es lo que los Antiguos llamaban el Primer móvil o primum mobile. Sabemos que en realidad corresponde al giro de la Tierra sobre sí misma en sentido contrario.

Si alargáramos el ecuador terrestre hasta cortar la esfera celeste se nos aparecería un círculo que cortaría a nuestro horizonte exactamente en los puntos este y oeste y que tendría cierta inclinación respecto a éste, tanta más cuanto más cerca del ecuador terrestre nos encontremos, de manera que si estuviésemos precisamente en el ecuador pasaría por encima de nuestras cabezas (si estuviésemos en el polo norte coincidiría con nuestro horizonte). Círculo importante a retener. Cada astro sigue, en su excursión nocturna, círculos paralelos a él.

En segundo lugar, si fuésemos capaces de seguir el movimiento de cada planeta a lo largo de las noches, veríamos que todos siguen un cierto círculo en el cielo que atraviesa las distintas constelaciones del Zodiaco, a veces avanzando, otras retrocediendo. A este círculo le llamamos la Eclíptica (porque en él se producen los eclipses de sol y de luna). Es el camino que sigue estrictamente el sol a lo largo del año.

Los planetas a veces están un poco por encima, otras un poco por debajo. También es el camino de la Luna. Otro círculo importantísimo.

Estos dos círculos, Ecuador y Eclíptica, no tienen la misma inclinación uno respecto al otro y se cortan en un cierto ángulo (de unos 23 grados y medio, cosa que nos trae sin cuidado pero que tiene su enjundia porque si no estuviesen inclinados no habría estaciones. Los dos puntos de corte son el Punto Aries (punto en el que se encuentra el Sol el primer día de primavera y origen del signo Aries astrológico y su opuesto, punto Libra (cuando el Sol lo atraviesa empieza el Otoño y es el origen del signo Libra del zodiaco).

Finalmente, en una noche límpida, y alejados de las luces de cualquier aglomeración humana, veremos una tenue banda luminosa enormemente poblada de estrellas de todo tipo. Se trata de la Vía Láctea, tercer círculo que nos incumbe y del que se va a hablar. Dicho círculo corta a los dos anteriores en puntos distintos pero destacaremos los dos puntos de corte con la Eclíptica. Ahí es donde entran en contacto la esfera de las estrellas fijas con las esferas planetarias.»

Artículo completo: www.arsgravis.com/sobre-lo-de-arriba-en-lo-que-nos-concierne-aqui-abajo

Universidad de Barcelona, 2015.

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