El Sol y La Luna del tarot, más que una dualidad, una danza cósmica de luces y sombras. Estos Arcanos del tarot no chocan, se complementan y nos guían hacia una revelación profunda.
Estas cartas son un llamado de atención, un faro de advertencia para aquellos que han brillado en su esplendor. Una advertencia de que los errores del pasado pueden apagarse en el futuro cercano.
No todo lo que brilla es oro, y no siempre es la claridad la que nos muestra el camino a seguir. A veces, las luces nos encandilan y las sombras, curiosamente, nos revelan las respuestas que buscamos. Dentro de nosotros reside un enigmático juego de luces y sombras.
Son esas facetas que nos conforman, las que rechazamos y las que podríamos llegar a ser. Se trata de la batalla entre aquello que aceptamos, lo que evadimos, lo que admitimos y lo que preferimos ignorar.
En esta delicada y valiosa balanza, nos esforzamos por transitar nuestros días sin permitir que ningún extremo tome el control de nuestra existencia.
Pero recordemos que el tarot no solo es un vidente del porvenir, también es un protector contra las tormentas que se avecinan. Un consejero sabio que nos urge a ser precavidos, a no dejarnos llevar por las ilusiones y a tomar decisiones con cautela.
Siguiendo esta sabia guía, podemos superar los retos que se presentan en nuestro camino. No temamos a la oscuridad, ni al brillo deslumbrante. El Sol y La Luna nos enseñan a mirar más allá, a encontrar el equilibrio entre luces y sombras para iluminar nuestro propio sendero.
