La Divina Proporción y el Pentagrama pitagórico.
La enigmática figura de la estrella de cinco puntas que se forma trazando las diagonales de un pentágono en un dodecaedro regular, conocido como pentágono estrellado, Pentacle o místico, parecía ser un símbolo esotérico utilizado por la Escuela Pitagórica para su identificación. Los pitagóricos dedicaron un minucioso estudio a la construcción y propiedades del pentagrama, pues era considerado un enigmático anagrama de la escuela.
El Pentagrama místico se destacó como uno de los tópicos geométricos más relevantes dentro de la Escuela Pitagórica por sus hermosas propiedades geométricas que daban lugar a su simbolismo místico. Además, es posible que el Pentagrama místico haya sido la base de uno de los descubrimientos científicos más importantes realizados por los pitagóricos: el hallazgo de las magnitudes inconmensurables, lo cual provocó una grave crisis en la hermandad pitagórica.
Una de las curiosas propiedades que imponía respeto a los pitagóricos era la «unicursalidad» del Pentagrama: la estrella pentagonal podía ser trazada por el movimiento de un solo punto sin repetir ningún lado. Esta característica fascinante del Pentagrama agregaba un aire de misterio y complejidad a su simbolismo.
Una segunda propiedad profundamente mística en su esencia inspiraba a los seguidores de Pitágoras, relacionando el pentagrama con la palabra salud (higieia, de donde deriva higiene). Aunque la palabra «higieia» tiene seis letras, en ocasiones se producía una contracción que hacía desaparecer la primera letra (como se puede ver en algunas inscripciones), quedando así con cinco letras «ugiea», que se ubicaban en cada uno de los vértices del pentagrama, convirtiéndolo en el anagrama supremo de la salud. Dado que el pentagrama era el símbolo de reconocimiento de los seguidores de Pitágoras, podría ser que de aquí se originara el término ¡Salud! como saludo al encontrarse dos personas.
El simbolismo del pentagrama místico pitagórico no es exclusivo de la Escuela de Pitágoras, como se puede apreciar en las siguientes ilustraciones.
En su juventud, Pitágoras viajó y recogió la tradición mesopotámica, y a su vez transmitió la doctrina pitagórica a pueblos mediterráneos como los judíos y los romanos. El pentagrama místico de Pitágoras se convirtió en un diagrama simbólico esencial del esoterismo geométrico pitagórico, transmitido desde la antigüedad hasta el siglo XVIII. Este símbolo adquirió una forma ideológica en el Timeo de Platón y fue recogido por Vitrubio, formando parte de dos importantes tradiciones culturales: los diseños de los arquitectos y las estrellas pentagonales del simbolismo mágico europeo. Estas corrientes subterráneas emergen a través de la obra de Luca Pacioli, La Divina Proporción, que, con una finalidad teológica, racionaliza los secretos del misticismo geométrico pitagórico. Así se desentraña una ciencia geométrica de la cual beberán artistas del Renacimiento como Alberti, Durero y muchos otros.
Las antiguas hermandades de constructores, albañiles y artesanos habían transmitido a lo largo de los siglos un misterioso rito de iniciación en el cual la Geometría pitagórica desempeñaba un papel fundamental. Estas habilidades se aplicaron en la construcción de las impresionantes catedrales góticas, donde se encuentran meticulosamente plasmadas auténticas obras de arte geométricas en los rosetones, cuyos vitrales irradian una magnificencia luminosa y mística. Podemos apreciar hermosos ejemplos del pentagrama en Notre-Dame de París, en Saint-Ouen de Rouen, en el espléndido rosetón norte de la Catedral de Amiens, en Santa Catalina de Estrasburgo, en la abadía de Westminster, en la iglesia de Santa María de Lemgo, entre muchos otros. En España, uno de los ejemplos más elegantes, aunque modesto, se encuentra en la Iglesia de San Juan de Castrogeriz (Burgos), en el mágico Camino de Santiago.
El intrincado aspecto geométrico de la metafísica numérica, introducido por el pitagorismo en la Filosofía de la Estética, se manifiesta en numerosos símbolos enigmáticos y ha sido incorporado a la magia europea, en lo que ahora se conoce como la Magia Gótica. Esta corriente mágica, con su amplio repertorio de técnicas y supersticiones, ha adoptado varias fórmulas pitagóricas a través de la Gnosis, el Hermetismo y la Kábala.
El carácter distintiva-mente geométrico y esotérico de esta magia la diferencia de sus contrapartes en Asia, África y América.
El pentagrama, en particular, se erige como la figura por excelencia en los conjuros, otorgando a aquellos que dominen su uso el conocimiento supremo. Sin embargo, si es empleado maliciosamente, especialmente cuando se muestra invertido con dos puntas apuntando hacia arriba (como la cabeza de un macho cabrío), puede desatar la furia de los demonios.
El renombrado mago Cornelio Agrippa (a quien Descartes estudió con gran interés) publicó un tratado de magia altamente significativo titulado De Occulta Philosophia, el cual incluye un libro sobre la Kábala, claramente influenciado por Pitágoras. En esta obra, Agrippa sostiene que «las ciencias matemáticas son parientes de la magia… ya que todo lo que existe en las fuerzas naturales está solo compuesto por números y armonía». Siguiendo los pasos de Pitágoras, Agrippa asocia el pentagrama con las virtudes del número cinco, aclamándole como «un símbolo de felicidad y gracia, un sello del Espíritu Santo y un vínculo que conecta todo».
Paracelso, un experto en talismanes y símbolos mágicos, reduce todos los signos que obedecen los espíritus a solo dos: el Hexagrama o Sello de Salomón, que representa el Macrocosmos, y el Pentagrama, que representa el Microcosmos humano. Según Paracelso, el Pentagrama es «el signo más poderoso de todos».
Paracelso aplica el Pentagrama en una Teoría armónica de la Fisiología y sostiene que todo estado patológico se debe a la ruptura de la armonía interior.
La mítica historia del nigromante Fausto y su relación con Mefistófeles, uno de los príncipes de la oscuridad, está repleta de referencias al pentagrama. La imaginación del pueblo alemán en el siglo XVI atribuye a Fausto el tratado de conjuros mágicos llamado Höllenzwang, Geisterzwang, Cabala nigra et Alba, que contiene un compendio de diagramas de estrellas de cinco puntas. Estos diagramas destilan una geometría tan sagaz como los símbolos enigmáticos de las piedras preciosas o los impresionantes rosetones góticos.
Goethe inmortalizó esta leyenda en su magnífica obra Fausto, donde en la tercera escena de la primera parte, durante el diálogo entre Fausto y Mefistófeles, se hace una alusión mágica al símbolo pitagórico.
Mefistófeles: – Hay un pequeño obstáculo que me impide salir de aquí, esa pequeña estrellita de cinco picos que se interpone en el umbral.
Fausto: – ¿Te inquieta el pentagrama?…
Paracelso (1493-1541), el gran experto en talismanes y símbolos mágicos, simplifica todos los signos que obedecen los espíritus a solo dos: el Hexagrama o Sello de Salomón, que representa el Macrocosmos, y el Pentagrama, que representa el Microcosmos humano y es considerado como «el símbolo más poderoso de todos». Paracelso aplica el Pentagrama pitagórico en una Teoría armónica de la Fisiología, ya que cree que cualquier desequilibrio patológico en el cuerpo se debe a una ruptura en la armonía interna.
Fuente: https://brujasmagosydemonios editado por Esotérica (2024).