Déjame presentarte una obra maestra del tarot: el Tarot Mítico de Juliet Sharman y Liz Greene.
En esta maravillosa baraja, los arcanos toman forma a través de los personajes más fascinantes de la mitología griega. Con cada carta, se despliega una historia ancestral que nos permite entender los profundos arquetipos que habitan en cada uno de nosotros.
La mitología, no solo es un relato de dioses y héroes, sino una llave sagrada que nos ayuda a descifrar los misterios ocultos en los arcanos del tarot.
Liz Greene en su libro “el tarot mítico” representa este arcano como el dios Dionisio en la mitología griega, y como baco en la mitología romana. Es el dios de la vendimia y el vino, la agricultura, el teatro. Era conocido por liberar al hombre de su ser normal a través de la locura, el éxtasis y el vino.
«Aquí nos encontramos con el héroe de nuestro camino a la manera del misterioso dios Dionisos, el que «Nació Dos Veces». Era hijo del gran Zeus, rey de los dioses, y de Semele, una mujer mortal, princesa de Tebas. La esposa de Zeus, Hera, furiosa por la infidelidad del marido, se disfrazó de niñera y susurró a Semele que tenía que probar su devoción de amante pidiendo a Zeus que se le manifestara en toda su gloria. El dios, que había prometido a Semele cualquier cosa que deseara su corazón, se vio obligado por su promesa cuando ella insistió en que le revelara su divinidad. Con disgusto, se manifestó como trueno y relámpago y Semele ardió en llamas. Pero Zeus logró rescatar al niño que iba a nacer. Hermes, el mensajero de los dioses y protector de la magia, cosió el feto en el muslo de Zeus; así nació Dionisio.
Hera seguía persiguiendo al extraño niño con cuernos, y mandó a los Titanes, los dioses de la Tierra, a que lo hicieran pedazos. Pero Zeus rescató el corazón del niño, que aún latía. A este corazón lo transformó en una pócima de semillas de granada, y esta bebida mágica fue ofrecida a la virgen Perséfone por Hades, el dios oscuro del mundo subterráneo, cuando la raptó. Perséfone quedó embarazada, y así Dionisio volvió a nacer en el mundo subterráneo. Por eso se llamó Dionisio Yaco, el Nacido Dos Veces, dios de la luz y el éxtasis. Su padre Zeus le ordenó vivir entre los hombres y compartir sus sufrimientos, Hera le hirió con la locura, y él vagó por todo el mundo, seguido por sátiros silvestres, muchachas y animales. Obsequiaba con vino al género humano, y llevaba el éxtasis de la ebriedad y la redención espiritual a los que estaban dispuestos a renunciar a su apego al poder mundano y a la riqueza. De vez en cuando, su padre celestial, Zeus, lo elevaba al Olimpo, donde tomaba su asiento a la derecha del rey de los dioses.
Interpretación del Arcano a la luz del mito
A nivel interior Dionisos, el loco, es una imagen del misterioso impulso que tenemos dentro de arrojarnos a lo desconocido. Nuestra parte conservadora, prudente y realista contempla con horror este espíritu salvaje y juvenil, que, confiado en la providencia, se dispone a caminar sobre el borde del precipicio sin un momento de vacilación. La locura de Dionisos parece locura sólo a esa parte de nosotros que está constreñida al mundo de la forma, los hechos y el orden lógico. Pero en un sentido más profundo no es locura, ya que es el impulso hacia el cambio que cae sobre nosotros «del cielo», que no tiene una base racional ni un programa de acción prefijado. El dios está retratado con pieles de animal, porque, de alguna manera, esta dimensión intuitiva e irracional de la personalidad humana es una especie de sexto sentido, un instinto animal que no está acostumbrado ni armonizado con la realidad concreta.
Dionisos representa el impulso irracional hacia el cambio y hacia los horizontes de la vida, abiertos a lo desconocido. El Loco está en el comienzo de su camino, y cuando nosotros somos heridos por el misterioso impulso que él representa, estamos también en el umbral de un camino. Estos impulsos irracionales en ocasiones pueden ser destructivos, en otros creativos; y muchas veces son ambas cosas juntas. El dios silvestre puede a veces saltar al borde del precipicio en situaciones penosas y perjudiciales que pueden también dar lugar a unos comienzos maravillosamente creativos. Si nunca contestamos a las llamadas de este instinto interior, nos hundimos en vidas monótonas, banales y sin sentido, y al final de nuestra vida nos sorprenderemos de lo que nos hemos perdido y de que el mundo nos parezca tan vacío. Por eso el Loco es una figura absolutamente ambivalente, porque al comienzo de un camino así no hay ninguna garantía de que no corramos ningún peligro. Pero no comenzarlo significa negar al dios, que en un nivel interno quiere decir negar todo cuanto hay en nosotros de juvenil, de creativo, y que está en contacto con lo que está por encima de nosotros mismos.»
Fuente: Juliet Sharman-Burke y Liz Green (1986), El Tarot Mítico: Una nueva aproximación a las cartas del Tarot, 10ª Edición de 2001, Ed. Edaf
