El 3 de Bastos nos brinda una respuesta rayando en lo positivo, especialmente si se trata de encontrar equilibrio y armonía en nuestra vida.
Esta poderosa carta augura soluciones para situaciones conflictivas, mientras se estimula nuestra creatividad y evolución personal. A su vez, nos invita a reflexionar sobre nuestro pasado y a mantener la atención en el futuro, para lograr ese anhelado equilibrio en cada aspecto de nuestra existencia. Su energía nos infunde coraje y valentía para creer en nuestros sueños y metas, y vislumbrar una realización posible de las mismas.
Según la gráfica de este arcano menor, vemos a un hombre de espaldas que observa con gran atención los barcos que navegan en el mar. Tres bastos lo rodean, dos a su derecha y uno a su izquierda, como fieles guardas de su misión.
El horizonte captura toda su atención, sumergido en un intenso amarillo que refleja su mente llena de sabiduría. La solidez de los bastos, con raíces firmes en el suelo, simboliza su compromiso inquebrantable para alcanzar sus metas.
El Tres de Bastos cuenta con una conexión astrológica importante que no debe pasarse por alto: el signo Aries y con el Sol, que es el astro rey.
El mensaje de esta carta se enfoca en la emoción por lo que está por venir, en mantener una perspectiva clara y en los cambios que se avecinan. Es importante estar abiertos a nuevas oportunidades y a asociaciones, pero sin perder el enfoque y la precaución, ya que de lo contrario, podríamos enfrentarnos a obstáculos inesperados.
El Tres de Bastos representa a un buscador incansable de conocimiento, con un espíritu fuerte y decidido a enfrentar cualquier reto que se presente en su camino. El pensamiento sigue siendo fundamental, pero en este punto necesitamos una estructura más definida y precisa. La exploración es recomendable, pero evaluar cada paso nos evitará tropezar con piedras en el camino.
El Tres de Bastos simboliza también la búsqueda constante de crecimiento y progreso, en todas las áreas de nuestra vida. En esta dirección, el cambio espiritual llega como resultado de trabajar la introspección y el trabajo continuo.
La transformación espiritual es fruto del autoanálisis y la constancia. Sólo el individuo puede colmar sus propios vacíos, no hay literatura, taller, seminario o mentor o gurú capaz de hacerlo por uno. A veces, el cambio surge de una injusticia, una grave enfermedad o una inesperada tangente del camino. Momentos como éstos, aunque dolorosos, amplían nuestra perspectiva y nos fuerzan a cuestionar nuestras creencias y modalidades de vida.
A pesar del sufrimiento, estos momentos de crisis pueden actuar como el motor que impulsa un profundo e inspirador despertar espiritual.
«La Felicidad verdadera no está en el tener, sino en el ser.
Nuestra forma de ser es la base de la verdadera felicidad». — M. R. Estapé
