«Conócete a ti mismo y conocerás el universo y a los dioses» se ajusta bien a esta imagen. Inscrita en la entrada del santuario de Delfos, en la Grecia antigua, y difundida por Sócrates, la frase nos convence de que el hombre tiene condiciones para visitar el templo del alma, de recorrer sus salas como si estuviese en un museo, o en una lectura de Tarot.
Al final de esta inspección, podrás desentrañar tus propios enigmas, la agitación de tus emociones y los sentimientos que guardas en tu corazón. Podrás expresar las múltiples voces que resuenan en tu interior y enumerar los distintos seres que coexisten en ti. Asimismo, podrás mencionar las maravillas y sorpresas que perturban la imaginación humana.
Esta frase también sugiere que los dioses, conocedores por excelencia, reconocen la astucia del ser humano. Este recurso, que al servicio de la humanidad ayuda a prevenir desastres y controlar la bestia que duerme y despierta junto a nosotros.
La frase «Hombre, conócete a ti mismo y conocerás el universo», inscrita en el famoso oráculo de Delfos, fue utilizada por renombrados filósofos griegos como Platón (427 – 347 a.C.) o Sócrates (470 – 399 a.C.) para hacer referencia al verdadero propósito de toda introspección y búsqueda interior: conocerte a ti mismo.
Cuando has agotado todas las búsquedas posibles, cuando ya no hay más cursos, técnicas o religiones que puedan llevarte más lejos, debes dar el último y más importante paso de todos: iniciar el camino de regreso hacia ti mismo. Solo a través de tu propia experiencia podrás encontrar la paz interior, trascendiendo tu historia personal y el concepto de «yo soy».
La respuesta ha estado presente en el oráculo de Delfos durante todo este tiempo: conócete a ti mismo. Si te observas sinceramente, te darás cuenta de que realmente te conoces muy poco. ¿Quién eres en realidad? ¿De dónde surge esa sensación de ser, ese «yo soy» que te ha acompañado a lo largo de tu vida? ¿Qué eres en este preciso momento, mientras lees estas líneas?
¿Cuál es la verdadera respuesta?
Solo hay una.
No sabes quién eres.
Nunca lo has sabido.
No tengas miedo de adentrarte en lo desconocido, en el vacío del Ser, en tu propio interior. Ese es el camino de regreso a casa, hacia tu propia Verdad. Nadie puede llevarte allí, porque siempre estás ahí, en el único momento y lugar en el que siempre has vivido: Aquí y Ahora.
